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Magaly Medina utilizó su cuenta oficial de Instagram para recordar sus días en el penal de Santa Mónica. En el inicio del video, explica que el libro “Días de visita” de Marcos Avilés le recuerda aquel tiempo que permanece por siempre en su memoria. La periodista contó que el citado escrito trata sobre las visitas que reciben las reclusas y la convivencia de estas en los patios del penal. Magaly señala que, precisamente, no vivió todo ello en los dos meses que estuvo apresada en Santa Mónica, puesto que la protegían de los convictos malintencionados.
Magaly Medina cuenta que, al estar recluida, no tuvo el mismo trato que el de otras presas y tenía un cuarto propio. “A mí por una cuestión de cuidarme, que ninguna presa me vaya a atacar, golpear, acuchillar, porque de repente eran familiares de algún futbolista que yo había ampayado o eran familiares de alguna persona que yo había criticado mucho. Entonces, me tenían a mí en un cuarto, con una sola cama, solita, al costado de dos cuartos grandes, donde había entre 40 y 70 presas que llevaban, porque ese cuarto se llama de prevención, donde solo estabas de pasada mientras te clasificaban para enviarte al pabellón donde ibas a cumplir tu sentencia”, dijo en un inicio.
La figura de ATV también confiesa que pasaba encerrada sus días en el penal hasta que las demás presas retornen a sus pabellones. En tal periodo, solo atinaba a fumar mucho. “A mí nunca me movieron de ese cuartito con una cama que mandé a traer, un colchón que mandé a comprar. No tenía puerta y en el día yo estaba sola, porque las chicas salían a las 5 de la mañana, se levantaban a bañarse y luego a cumplir con las actividades del penal: limpieza, cocina, manualidades, aprender un oficio, y yo no podía salir de ahí. Yo me la pasaba fumando, porque era un vicio que se convirtió cotidiano, todos los días fumaba y fumaba, hasta que llegaban mis compañeras por la noche”.
La comunicadora recuerda que salía acompañada de dos mujeres para protegerse de todos aquellos que querían atentar contra ella. “El patio, nunca lo viví, como cuenta el libro con historias muy humanas de las prisiones en la cárcel. No lo viví, porque a mí se me escoltaba para ir al sitio donde yo aprendí una manualidad, para disminuir la pena. Me acompañaban dos mujeres del INPE, y no podía ir sola. Y yo salía a recrearme cuando todas habían sido guardadas en los pabellones, a partir de las 5 de la tarde, que solo el patio estaba lleno de gatos que buscaban entre la basura, era que yo con mi ropa de deporte corría por todo el penal Santa Mónica, por sus patios y sus ambientes.
Para poder comunicarse con sus familiares y personas allegadas, como su abogado y el dueño de ATV, solo recurría al sencillo que le llevaban los visitantes. “Corría aproximadamente una hora o 45 minutos, y luego tenía al costado del departamento de prevención, muy alejado de los pabellones, un teléfono público en el que yo siempre utilizaba moneditas que me llevaban los abogados y la visita, para poder hacer mis llamadas a mi casa, a mis hermanos, a mi mamá, a mi papá, a mi abogado. Llamaba al dueño de mi canal que vivía en Miami y tenía que poner un montón de moneditas y hablaba con él directamente. Entonces esa era mi vida en el penal de Santa Mónica y cuando acá leo cómo, en el escrito, Marco Avilés narra la vida de las reclusas en los baños malolientes, el hacinamiento en los pabellones, yo no lo viví, pero (me) ha acercado a esos recuerdos dolorosos de aquella época. Pero ahora ya lo veo desde otro punto de vista. Les recomiendo el libro que a mí me ha impactado”, finalizó la periodista.
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