“Es mito que por esa comisión las conductas serán más éticas�
César Delgado Guembes, ex oficial mayor del Congreso
Es un mito eso de que porque tenemos una Comisión de Ética en el Congreso las conductas de los congresistas van a ser más éticas. Eso no es asÃ.
La eticidad, la moralidad, la probidad y la conducta de los representantes no depende de que haya un Código de Ética ni una Comisión de Ética. Depende de que los partidos polÃticos se hayan encargado y responsabilizado por proponerle a la ciudadanÃa a postulantes y congresistas competentes no solamente a nivel cognitivo, sino también a nivel ético.
Esa es la tarea de los partidos polÃticos. Cuando esos candidatos llegan al Congreso, ya no hay nada que hacer, ya es demasiado tarde. No hay manera de corregir nada que no haya previamente sido objeto del tamiz, de una filtración que deben realizar los partidos polÃticos.
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¿Qué puedes solucionar con un Código de Ética cuando quienes van a administrar el comportamiento y el juicio ético son igualmente Ãmprobos? El gran problema es que no tenemos representantes adecuados.
¿Qué están haciendo los partidos con el financiamiento público? ¿Lo están utilizando para capacitar? Si es asÃ, la siguiente pregunta es: ¿a partir de qué malla curricular se está capacitando? ¿Y quiénes son las personas que están capacitándolos? Porque de eso va a depender todo.
“Puede ser una comisión conformada por externos�
Percy Medina, jefe de Idea Internacional-Perú
El Congreso podrÃa nombrar una comisión conformada por actores externos, como excongresistas o especialistas. Quizá lo ideal serÃa una comisión mixta: algunos excongresistas y otros especialistas en ética parlamentaria. SerÃa un mecanismo para analizar con mayor objetividad los hechos porque es muy difÃcil que los congresistas sancionen a sus pares porque son compañeros de bancada o en algún momento necesitarán los votos de la persona sometida a disciplina.
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No es fácil tener objetividad en esos casos. Es mucho más fácil dejar que sea un órgano con la posibilidad de mirar con distancia los temas que se le someten para que aplique las sanciones y eventualmente hagan sugerencias al Congreso sobre cómo deberÃa prevenirse esas conductas. Se ha demostrado en el tiempo de vigencia de la Comisión de Ética que a los congresistas les resulta muy difÃcil sancionar a sus pares. No tienen la distancia ni la objetividad para analizar los hechos sin que se crucen otros elementos: conflictos de intereses, que sean sus pares, que necesiten el voto, etcétera.
Los parlamentarios tienen que darse cuenta de que necesitan hacer gestos importantes que los reconcilien con la ciudadanÃa y que los casos que recurrentemente pasan por la Comisión de Ética desprestigian al Congreso. Entonces, a los propios legisladores les es útil el encargar este tipo de tareas a una entidad con independencia y que pueda resolver estas de manera solvente.
“Deben estar miembros de sociedad civil�
Mirtha Vásquez, abogada, expresidenta del Congreso, exvicepresidenta de Ética
La Comisión de Ética ha mostrado sus lÃmites y es expresión de impunidad. La única salida es una reforma. No puede seguir conformada por representantes de los grupos polÃticos. Eso determina que haya blindajes porque miran el riesgo de sancionar a un parlamentario como mal “precedenteâ€� para que los demás puedan serlo y entre ellos se protegen. DeberÃa permitirse la conformación de la comisión con personas de la sociedad civil, no sé si Ãntegramente o de manera proporcional, para equilibrar la valoración.
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Además, se debe hacer reforma en el reglamento. Es muy flexible sobre las conductas a denunciar. No hay precisiones y se confunde investigación de conductas antiéticas con delitos. La Comisión de Ética está para revisar conductas cuestionadas con la ética. Muchas veces sustentan en informes que los casos no proceden porque no se habrÃa cometido ningún ilÃcito. Pero en ese espacio no corresponde evaluar ilÃcitos, es competencia del Ministerio Público y de otras instancias.
“Una ciudadanÃa activa que encauce el proceso por el paÃsâ€�
Jorge Jáuregui, abogado y profesor (UNMSM)
El problema es más de fondo y se debe analizar que, aunque son muy importantes, las reglas de juego no son determinantes del funcionamiento polÃtico. Con las mismas, el Perú funcionó hasta 2016, cuando en el Congreso se acentuaron acciones autoritarias y de balcanizar el paÃs.
Los elementos de una situación de sectores autoritarios buscan tomar otras instituciones y sus miembros escalan en faltas, no se contienen con fórmulas legales.
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Ante cuestiones como la Comisión de Ética, queda una ciudadanÃa activa y acción polÃtica. La respuesta es recuperar la ciudadanÃa, como en 2001, que hizo retroceder a una tiranÃa brutal como la de los noventa.
Un favor gravitante es cómo se está operando para aterrar a los peruanos, desde unas elecciones con medios funcionales a una desinformación y crÃmenes como los cometidos contra ciudadanos en Puno y Ayacucho, entre otros lugares del Perú. Más que cualquier fórmula legal especÃfica, debe haber una ciudadanÃa activa que encauce el proceso por el paÃs.
“Permite naturalizar esos actos�
SofÃa Chacaltana, directora del Instituto de Ética Univ. Ruiz de Montoya
La ética está relacionada a la regulación moral de las acciones en el espacio público. La Comisión de Ética del Congreso deberÃa sancionar a los parlamentarios que tienen evidencia de usar recursos públicos para objetivos personales y otras faltas de gravedad. Al no hacerlo, el Parlamento permite que se naturalicen los actos delictivos y antiéticos cometidos en los cargos de gobierno que toman decisiones sobre del paÃs.
Si los congresistas pueden realizar este blindaje como consecuencia de alianzas personales más allá del interés público, se corre el riesgo de que este accionar siente precedente ante la ciudadanÃa y se entienda que la falta ética solo es sancionable ante la imposibilidad de negociar con el “poderâ€�, y no ante el abandono de los valores que nos sostienen como sociedad. Debilita nuestro contrato social.