“A menudo me salto alguna comida, el desayuno casi nunca lo tomo, simplemente porque no tengo nada en mi nevera”, admite Jérémy quien, como cientos de estudiantes en Francia, cada semana hace fila para recoger un paquete de alimentos, indispensable.
En 2023, la asociación Linkee, que se abastece sobre todo gracias a fondos de supermercados, distribuyó más de 2,3 millones de comidas a 70.000 estudiantes en Francia, el doble que en 2022.
Su filial en Burdeos, en el suroeste del país, hace dos repartos semanales, en gran parte alimentarios, con una media de 500 estudiantes en cada uno de ellos.
Después de años trabajando, Jérémy Gauducheau, amante de la danza, decidió retomar los estudios, pero no esperaba caer en una “precariedad tan grande”.
“Tengo un préstamo que reembolsar, trabajo, pero no es suficiente. El primer año ha sido un infierno, deprimente”, confiesa este estudiante de diseño gráfico de pelo rubio platino, que esperó dos horas para acceder al reparto alimentario de Linkee en el centro de Burdeos.
Sale con una gran sonrisa y una bolsa llena de frutas y verduras, aceitunas, algunas conservas y un gran paquete de cereales de chocolate.
En toda Francia, desde ciudades como Marsella, Lyon o Estrasburgo, hasta la región de París, sobre todo, diversas asociaciones organizan repartos de comida para estudiantes, puntuales o regulares.
– “Esto va a durar” –
“La demanda se dispara, los repartos están completos. Por ahora, desgraciadamente, esto va a durar”, señala Jeanne Estève, encargado de comunicación en Linkee-Entraide.
Para poder obtener un paquete de alimentos de 5 a 7 kg, los estudiantes no necesitan justificar sus recursos, solo deben rellenar un cuestionario de “vulnerabilidad” e inscribirse previamente en línea.
“Esta fila inmensa hace pensar en el estado del mundo actual, sobre la dificultad que supone ser estudiante”, estima Axel Mahadimby, de 19 años, estudiante en administración económica y social.
Estas ayudas “me salvan, sobre todo en cuanto a comer bien. Sin esto, no como fruta y verduras”, confiesa.
A unos metros, transeúntes y visitantes de esta reputada ciudad turística observan con curiosidad la larga fila de jóvenes que da la vuelta a la manzana. Algunos se preguntan si se trata de un concierto o un encuentro con algún famoso, pero ni se imaginan la razón de que se haya formado esa multitud.
“No es la vida que deberíamos llevar con nuestra edad”, suspira Amalia.
“Al principio, no me sentía legítima para venir aquí. Para mí, los repartos de alimentos son para la gente muy muy precaria. Y al final, uno se da cuenta pronto de que no hay otra manera, de que sin esto, no comemos”, dice la joven, con mechas azules en el pelo, que estudia para ser partera.
– 3,3 euros al día –
A la entrada del local donde se hace el reparto, los jóvenes presentan su tarjeta de estudiante: universidades privadas o públicas, escuelas de ingeniería, de ciencias políticas…
Esto “afecta a todos los estudiantes”, afirma Yanis Jaillet, secretario general de la Unión de Estudiantes de Burdeos. La imagen del estudiante despreocupado y centrado en sus estudios “se acabó”, añade.
“Los gastos de inscripción aumentaron, hay menos becas, los alquileres y las comidas del CROUS [Centro Regional de Obras Universitarias y Escolares, que gestiona las viviendas universitarias y la restauración] subieron”, enumera.
Según el último informe del sindicato Unión Nacional de Estudiantes de Francia (Unef), el coste de la vida estudiantil en el país aumentó un 2,25% en 2024, es decir 482,16 euros al año.
Alrededor del “79% de los estudiantes encuestados no comen lo suficiente”, subraya por su parte el último estudio sociológico realizado por Linkee y enviado al Ministerio francés de Enseñanza Superior.
Después de pagar los gastos fijos, “tres de cada cuatro estudiantes cuenta con menos de 100 euros al mes, o sea, 3,33 euros al día, para comer, gastos médicos, ropa, educación u ocio”, precisa el texto.
“Se quita principalmente comida y ocio, y […] eso tiene un gran impacto en la salud mental”, lamenta Yanis Jaillet.
Para él, la precariedad estudiantil constituye “actualmente una emergencia” que el gobierno debe tratar como una prioridad, “tomando decisiones políticas valientes”.
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