El pasado domingo 29 de mayo, Colombia eligió a los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta de las Elecciones Presidenciales 2022. En la contienda por llegar a la Casa de Nariño quedaron dos postulantes: el populista Rodolfo Hernández, que ya se adjudicó el apoyo de la derecha tradicional del país sudamericano; y, por otro lado, el exguerrillero Gustavo Petro, representante de la coalición de izquierda Pacto Histórico.
De vencer en los comicios, el candidato podría convertirse en el primer presidente de izquierda de Colombia. Caso contrario, su contrincante se adjudicará el título como el primer mandatario independiente del país.
El pase de Gustavo Petro a segunda vuelta marca un precedente en la nación sudamericana, que posee un largo historial de mandatarios pertenecientes a una clase política tradicional de derecha que ya agotó la paciencia de los miles de colombianos y colombianas.
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Gustavo Petro representa ‘aires nuevos’, un cambio radical para Colombia y un rechazo a tantos años de políticas que no han hecho más que incrementar las barreras sociales en la población del país sudamericano.
No obstante, pese al optimismo que puede representar este radical cambio, lo cierto es que han sido pocos los mandatarios progresistas que han podido llegar al sillón presidencial que hasta la fecha ocupa Iván Duque.
Colombia tuvo mandatarios progresistas en el pasado, pero todos han contado con el apoyo de la clase política tradicional bajo la premisa de mantener sus intereses y manejar una agenda económica capitalista. Ahora, si Gustavo Petro vence al exalcalde de Bucaramanga en la segunda vuelta, esto significaría una renuncia total al modelo de gobierno de la nación de Sudamérica.
Sin embargo, la duda persiste, ¿por qué, después de tantos años, es tan difícil que llegue la izquierda al poder en Colombia?
En los inicios de la historia política colombiana, se forjaron dos grandes estructuras: el partido conservador y el liberal, cuyas bases estaban en la aristocracia. Este detalle hacía difícil la tarea de generar propuestas genuinamente populares.
El poder que ostenta la derecha en Colombia ocasionó que, en los años 30, el partido liberal se dividiera y no fue hasta los años 40 cuando apareció la figura de Jorge Eliécer Gaitán, candidato que estuvo a un paso de llegar a la Casa de Nariño, pero fue asesinado. Su muerte fue el punto de inicio del periodo conocido como ‘la Violencia’, en la que tanto conservadores como liberales se disputaron el poder con sangrientas acciones hasta la firma del pacto de alternancia en 1958.
Esta etapa también marca el surgimiento y consolidación de las primeras guerrillas.
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Pese a la existencia del acuerdo entre ambas facciones, y a la llegada de outsiders, como Álvaro Uribe al poder en 2002, la izquierda, lejos de mantener su posición, comenzó a virar hacia el poder de la derecha, protegida por una serie de decretos contra la ‘amenaza’ comunista y dependiente de los partidos tradicionales.
La división del partido liberal, y la relación que mantuvieron muchas guerrillas con el narcotráfico, también fueron clave para mermar la popularidad de la izquierda ante una sociedad culturalmente conservadora.
No obstante, pese a los antecedentes históricos de peso, la lenta unión de la izquierda, presente en las actuales elecciones con la coalición del Pacto Histórico, podría dar sus resultados si Gustavo Petro logra coronarse con la presidencia el próximo 19 de junio.